TENGO MI PERRITO LLAMADO LEAL

La inmundicia de politiqueros cuya conducta envuelve nuestra desnudez peruana, ha llegado en instantes, a su climax axiológico negativo, a través de actos que dan vergüenza ajena; marionetas ególatras, interesadas en oro y poder, de fétido aliento en sus conductas, cínicas y desvergonzadas que, «dizque » gobiernan el Perú.

Sin detenernos en la coyuntura actual que está siendo – inclusive – manoseada a gusto del cliente » A mar revuelto ganancia de pescadores» , queremos compartir nuestra reflexión, desde el sugerente título de la presente publicación, y sobre todo, en las connotaciones implicadas en una deseable, conducta LEAL, ahora lejana.

Valor jerarquizado en primera línea, junto a la libertad, la paz o, la justicia que, deben definir al ser humano en su cotidiano vivir colectivo.

En tiempos en, los, que don Gonzalo Sotelo, – hermano de mi madre – dirigía su escuela, sus alumnos cantaban entre otras canciones:

«Tengo mi perrito llamado Leal….mueve su colita con gracia sin par…salta de alegría al verme llegar …», probablemente mi inmadurez cognitiva de entonces, no me hacía calibrar el concepto ético de tan valioso contenido en canción, con especial calificativo del nombre del animalito, Leal.

Ahora, en mi plenitud consciente, aquel canto infantil, me pone en situación crítica necesaria.

Hablar de Lealtad como valor, es revolver cada conducta de la entraña individual, hacer examen y pasar prueba en las relaciones humanas.

La lealtad es un valor ético que se manifiesta en una conexión emocional de la relación humana, de cualidad íntima, no negociable, extramuro del hogar, cuya base sólida es, el cumplimiento de compromisos establecidos; un comportarse con dignidad, honor, respeto, valores emparentados a su vez, con la verdad, el amor y, la gratitud.

Es el establecimiento de nexos visibles de relación auténtica, duradera que evidencia además, otro valor fundamental llamado con nombre propio:

Fidelidad, que, no es, sino, el cumplimiento de un compromiso: («Hacer lo que dijimos que íbamos a hacer»), – bonito juego de palabras.

Estos valores en conjunto, constituyen la base de cualquier comportamiento humano que, aquí y ahora, nos parecen elementos externos lejanos, desconocidos, propios de galaxias o constelaciones celestes.

Quizás por estas razones, he recordado en, el Leal de la canción que mi tío enseñaba con subliminal moraleja, a ese canino amoroso, fiel, incapaz de traición, al que llamamos por nombre PERRO, amigo incondicional del hombre, paradigma de conexión emocional que persiste ante cualquier circunstancia vivencial y, cuya lealtad instintiva es, y, debe ser, constante ejemplo.

Un minuto fatal pasa; lo que debe perdurar, si acaso deseamos convivir en Paz, son lealtad y dignidad capacidades de prometer, asumir y cumplir a cualquier precio.

Intinpa

Lima 11 octubre 25

«Cumplir los compromisos»

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1 com.

Carlos Antonio Casas 11/10/2025 - 2:45 pm
En tiempos donde la palabra se desvanece y la traición se normaliza, este bello artículo rescata, con ternura y lucidez, el eco moral de una canción infantil. «Leal» deja de ser un perro para volverse conciencia: símbolo de una fidelidad perdida que urge reencontrar, no en discursos, sino en la verdad de nuestros actos. Gracias Tany por hacernos reflexionar con tanto ingenio .
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