176
“Hermano del alma, quiero hablar contigo,
solo un momento que lo necesito.
Y mientras te cuente una triste historia,
tomamos un trago, tal vez muy amargo,
Si te gusta nuestro trabajo y contenidos, invítanos un café. ¡ Ayúdanos a que esta luz siga encendida ! La cultura florece cuando todos la cultivamos. Yapea o Plinea al 985 513040 o haz clic en este botón: |
de amargos recuerdos.”
Y “Los Errantes” seguían cantando con la melodiosa voz de Plinio Mogrovejo Luque, la cautivadora guitarra de Antonio Alarcón Sierra, y las letras saloniales de Gilberto Cueva Fernández. ¡Qué linda música de Chuquibamba, Arequipa!
¡Salud, hermano, salud! … Y los dos hermanos seguían brindando.
Hablaban de todo un poco. El local estaba repleto de circunstantes. Luces y colores. Recuerdos y nostalgias. Penas y dolores. Triunfos y alegrías.
Afuera, tal vez la luna estaría reinando, quizá las estrellas estarían lagrimeando.
Pero adentro, todo era sabor a fiesta, olor a recuerdo.
“Así es, hermano, cansado de halagos, caricias y besos:
la muy traicionera, falsa y mentirosa,
se fue de repente matando mi vida,
por eso esta pena, por ella este trago;
diez años con Martha, pucha cómo duele!
El mensaje errantino tenía allacho en los recuerdos y un manto protector en los olvidos.
¡Salud, hermano, salud! … Y los dos hermanos seguían brindando.
¡Otro Errante, por favor!… ¿Con qué música le atiendo, señor?… Ponga usted “Llanto por llanto”.
“Una paloma sobre una rama,
abre su pico para cantar;
la rama tiembla como quien dice:
¡Ay tú no sabes lo que es amar!”
¡Salud, hermano, salud! … Y los hermanos seguían brindando.
Ya los tragos subían a la cabeza y la nostálgica música chuquibambina bajaba al corazón.
El final de esta canción es tremendamente aleccionante:
“Cuando me vaya, solo te pido
que no me borres de tu memoria,
por algo he sido siquiera un día
tu fiel amante, palomita.”
Entonces, el hermano mayor que era Hermenegildo, ya tocado por la música y por los años, le dijo a su último hermanito, Leoncio: “Cuando me vaya, solo te pido / que no me borres de tu memoria…”
Ambos se abrazaron y lloraron, honda y fraternalmente… No se pudo escuchar lo que se dijeron, mientras limpiaban sus lágrimas.
¡“Un errante más, compañero”, dijo el mayor al mozo!… ¿Cuál, desea, señor?… “Brindo por todas”, de “Los Errantes” de Chuquibamba… ¡Aquí tiene, señor!
“Siento deseos de hacer un brindis
por los amores que amé un día;
por los instantes buenos y malos,
por los momentos dulces y amargos.”
Es esta copa llena de penas,
es mi fiel espejo de mi pasado;
es mi remedio, cura mis males,
es mi veneno todo lo mata.”
…
Todas dejaron en mi existencia,
huellas profundas de sentimiento:
al recordarlas me da nostalgia;
por eso amigos, brindo por todas.”
Música. Recuerdos. Hermandad.
Viva la música, Viva la fraternidad. ¿Una copa más, mi querido hermano?… Pues sí, que sea la última. Ya la mañana está amaneciendo.
– “Maldita pasión”, de “Los Errantes” arequipeños.
“Siento un dolor, tengo un martirio,
mi corazón está sangrando;
por donde voy hay un recuerdo
y los vestigios de haberte amado;
entre la hierba y entre el follaje
está tu voz, está tu nombre.”
Así se canta. Así se recuerda. Así se sufre también, querido hermano… ¡Salud!
Oiga: “Cuando me vaya solo te pido / que no me borres de tu memoria”. ¿Te acordarás de mí cuando me muera?
¿Cómo vas a decir eso, hermano!… Tú sabes que te quiero con toda mi alma y con todo mi corazón.
…
Y para que tú creas la verdad de lo que te digo, te contaré lo que ayer conversé con mi hijo.
Pidieron el último trago y la última canción: “Chuquibambinita”.
“Por allá arriba, por allá abajo,
tengo mi camino;
para robarte para llevarte,
chuquibambinita, linda paisanita.
Desde muy lejos yo te recuerdo,
siempre con el alma:
ni la distancia menos los años,
harán que te olvide, chuquibambinita.”
Cuando me vine de esa mi tierra,
hice la promesa de conservarte
dentro mi pecho y lo estoy cumpliendo
chuquibambinita, linda paisanita.
Al dedicarte mi triste canto,
quiero que comprendas
que siempre ha sido mi Chuquibamba
tierra preferida, linda paisanita.”
Escucharon ambos hermanos esa canción de inmensa identidad, y brindaron el último trago.
– Antes de irnos, hermano mayor, debo contarte algo. Te decía que hablé con mi hijo.
* Habla, compañero de la vida.
+ Papá Leoncio: mi tío es profesor, poeta, periodista y escritor… Tendrá cientos de amigos… Y tú que a diario trabajas y hablas con mucha gente, ¡¿Tendrás miles de amigos?!
= Pues te diré, hijo mío, una verdad muy grande por pequeña que parezca: Yo tengo un solo amigo en la vida: ¡Tu tío Hermenegildo!
*
– ¡Después de esto, amigos lectores, puedo contemplar triunfalmente la muerte otoñal de la tarde, sabiendo que hay memoria primaveral de un hermano querido!…