VERSOS QUE ABRAZAN

por Carlos Antonio Casas
213 vistas 2 min.
A+A-
Reinicio

El sábado previo al Día de la Madre, aún en reposo y convaleciente tras una reciente cirugía, recibí la grata visita de un buen amigo. No tuve fuerzas para recibirlo como hubiera querido, pero su nobleza encontró otra forma de hacerse presente: me dejó, con delicadeza de gesto y hondura de afecto, un ejemplar de un poemario entrañable, nacido del alma y dedicado a las madres.

Lo había titulado con ingeniosa ternura «Décimas Hemogéniales» y había encargado a mi hermano que lo recibió, que la destinataria final fuera nuestra adorada madre. Cumpliendo su encargo, luego de una rápida lectura, se lo entregué afectuosamente

Hoy, tras una segunda lectura —más serena, más detenida— comprendí que el título no era casual, sino certero: se trata de una esmerada selección de versos brillantes, cargados de emoción y oficio, del ilustre poeta y escritor Hermógenes Rojas Sullca. Una joya literaria que honra tanto a su autor como al amor materno que celebra, 64 décimas y 15 poemas, a cuál mejor.

Cada una de estas creaciones poéticas merece, sin lugar a dudas, ser saboreada con calma, meditada con el corazón y acogida con el alma.

 

Si te gusta nuestro trabajo y contenidos, invítanos un café.

¡ Ayúdanos a que esta luz siga encendida !

La cultura florece cuando todos la cultivamos.

Yapea o Plinea al 985 513040 o haz clic en este botón:

QUIERO APOYAR

A modo de ejemplo —y reconociendo, con humildad, mi condición de lego en la materia— me permitiré, con el debido respeto y la venia del autor, compartir unas breves reflexiones sobre una de estas bellísimas composiciones.

Poema, tejido con la delicadeza de una infancia que aún late en el pecho, parece un suspiro hecho verso, una declaración de amor envuelta en la voz temblorosa de quien recuerda. A través de la forma tradicional de la décima, el autor transforma a esa figura materna en luna que guía, en cuento antes de dormir, en rosa que acaba de abrir sus pétalos.

Y es que no hay artificios, todo brota desde la ternura, desde ese lugar cálido donde uno se acurruca cuando el mundo se vuelve demasiado ruidoso.

Cada estrofa es una caricia, como esos cuentos que nos leían al caer la tarde, cuando el sol ya bostezaba y la luna, tímida, se asomaba por la ventana. Incluso la muñeca, con su boquita de algodón, se suma al cariño, como si el amor a la madre fuera tan natural como el juego.

La verdad es que este poema no se limita a rendir homenaje: nos abraza con sus imágenes y nos susurra al oído que, pase lo que pase, el amor por una madre siempre florece, incluso en las palabras más simples.

En suma, una lectura entrañable que acaricia el alma, enternece y conmueve. Estoy muy complacido de que en casa, fuimos de los primeros en tener un ejemplar, y espero con entusiasmo que muy pronto esté al alcance de todos

Mis más cálidas y fervorosas felicitaciones a Hermógenes: gran poeta, entrañable amigo y, sin duda, un maestro con mayúsculas.

error: ¡Lo sentimos, este contenido está protegido!

Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Suponemos que está de acuerdo, pero puede darse de baja si lo desea. Aceptar Seguir leyendo