La Virgen del Rosario, fundadora de Abancay
Se cuenta que los primeros españoles llegados al valle de Amankaes eligieron la apacible pampa de Qorwani para establecer ahí nuevo hogar.
Allí, en un terreno fértil y rodeado de árboles de intimpa, erigieron la primera población, construyendo un sencillo templo y cobijaron ahí una talla de la Virgen del Rosario. De este modo, a través de su iconografía, la Madre de Dios velaría por los nuevos pobladores.
Cuenta la leyenda que la Virgen del Rosario, en un acto inexplicable, abandonó su templo. La noticia de la desaparición de la Virgen se propagó como reguero de pólvora, causando sorpresa y estupor en los pobladores de Qorwani.Días después, un humilde pastor del aquel poblado, mientras buscaba a sus vacas extraviadas, se adentró en la espesura del bosque de kiska warangos, a doscientos metros del río Mariño, cuando sus ojos se abrieron de par en par, pues allí, sobre una roca, resplandeciente, se erguía la Virgen del Rosario.
Su figura, envuelta en una suave luz, invitaba al pastor a contemplar su belleza maternal. Extasiado, el hombre se postró ante la imagen, sintiendo una profunda paz interior.
Adornada por un exuberante paisaje natural, la roca estaba flanqueada por flores de amankaes y por gruesos mechos de ichu, que crecían entre las piedras, formando una especie de tapiz floral.Conmovidos por la noticia, los pobladores de Qorwani, con el párroco y las autoridades, decidieron devolver a la Patrona a su legítimo hogar de Qorwani.Sin embargo, por tres veces se repitió la desaparición de la Imagen. En su lugar, Ella eligió aquel lugar apartado como su morada temporal.
Ante tal prodigio, los pobladores de Qorwani, convencidos de que era una señal divina, comprendieron el mensaje. Con fe inquebrantable y profundo respeto, decidieron trasladar la población a ese lugar bendito. En efecto, el año de 1645, se puso la primera piedra del nuevo templo parroquial, con el altar mayor situado exactamente donde la sagrada imagen había sido encontrada.
Envuelta en una leyenda, la historia de la fundación de Abancay habla de fechas y nombres, pero en el fondo, nos conecta con el alma de la ciudad. La Virgen del Rosario, más allá de una figura religiosa, se convirtió en el símbolo de la identidad de Abancay.
Su imagen, presente en el templo, ahora catedral, recuerda el origen de esta ciudad y nos invita a seguir construyendo una comunidad basada en la fe y la solidaridad.Con el paso de los años, la iglesia de Abancay se convirtió en un faro de fe y esperanza para la comunidad. En ese contexto, escribe Viladegut Ferrufino, en “Alma y Rostro de Abancay”, que el repicar de las campanas de la torre de la Catedral, especialmente el de la ‘Rogativa o Penitencia’, fundido en 1695 por el Dr. Francisco de Asabal, ha sido testigo de innumerables celebraciones y ha acompañado a los abanquinos en sus momentos más importantes
La historia de las campanas de Abancay es un viaje a través del tiempo y es, asimismo, un testimonio de la fe y la devoción de generaciones pasadas. En este sentido, es interesante saber que, en 1791, siendo cura D. Pedro Robles, se documentan dos pequeñas campanas, cuyas dulces notas resonaron por primera vez en el año 1700. Pero es la campana mayor, María Sacramento, fundida en 1779 por Juan de Ribas, la que se erige como un verdadero símbolo de la ciudad, y que ahora, de baja, reposa abandonado en la intemperie, en los jardines de la Catedral.Finalmente, el año de 1645 marca un hito en la historia de Abancay. Se trata de la colocación de la primera piedra de la iglesia parroquial (hoy Catedral), bajo la advocación de la Virgen del Rosario. Fue fray Domingo Cabrera de Lartaún quien sentó las bases de una comunidad que crecería a la sombra de su patrona.
El templo de la Plaza de Armas es testigo mudo de siglos de historia y sigue siendo un lugar de encuentro de la fe y símbolo de nuestra identidad, y por qué no decirlo, de la “abanquinidad”.¡Feliz día, Mamacha Rosario, fundadora y patrona de Abancay!