Y LLEGO LA HORA DE PARTIR

por Carmen Mariela Miranda
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Reinicio

Relatos insolentes I

Agosto del 2019

La etapa escolar había llegado a su fin, teníamos que partir para forjarnos un futuro, no sería el día feliz de mi partida. Recuerdo como si fuera ayer, sentimientos encontrados en ese inconmensurable cielo de angostas calles llenas de hermosas vivencias, con recuerdos que golpeaban al corazón y pesaban más que la maleta que cargaba rumbo al recordado “Cóndor de Aymaraes”. Había llegado la hora final para abordar, me pesaban los pies y fui de las últimas en subir. Me hundí en el asiento con la chompa ya húmeda, miré por la ventana y fui consciente que la magia de los colores, aromas, gentes y carnavales de mi tierra, en unos minutos más, sólo serían inquilinos en mi memoria y alma.

Este sería el viaje más largo y vaya que hice muchos. Mientras la góndola hacía su lenta travesía por las calles, mi memoria registraba cada paso, iba dejando atrás El Olivo, Yllanya, Pachachaca, hasta que no pudo más el nudo de mi garganta y ¡reventó!. Entonces, llegaban como películas del cine “Nilo” a mi mente, imágenes de mis padres, hermanos, amigas del cole, de las travesuras, de los amores platónicos y de todo lo vivido.

Como colegialas no veíamos las horas de terminar, pensando que podríamos ser dueñas de nuestro libre albedrío, sin temor a una reprimenda de nuestros papás o la Madre Delia, quizá necesitábamos equivocarnos para aprender de la vida.

En la quebrada, empezaron a subir pasajeros con ponchos y sombreros ladeados, cargadas de gallinas, quesos, pan y costales de papa y maíz, ellos hicieron el viaje más llevadero.

La noche anterior había sido nuestra fiesta de Promo, todas estábamos radiantes e impecables, haciendo equilibrio con los tacones que con las justas nos sostenían, lo nuestro eran garotas, zapatillas Dunlop o Sinfín de “Bata Rímac”. Esa noche mágica fuimos el arco iris, teníamos toda la atención de los asistentes y los flashes del maestro Sierra para la posteridad, también de los comentarios discretos e indiscretos. Luego de todo el protocolo, el sótano del “Club Unión” esperaba a las más “tranquilitas” para tomar unas “gaseositas” con el elixir de los cañaverales.

Pasada la media noche, los pálpitos de felicidad rebasaban, nuestros pies pedían a gritos ser liberados de aquellos formales e incómodos zapatos, terminamos bailando descalzas con los grandes amigos, esos ritmos interminables: “…quien la ve tan linda, quien la ve tan bella, quien la ve tan presumida, si anoche bailé con ella…” del “Cuarteto Continental”.

Salimos abrazadas con los tacones en las manos, entonado a voz en cuello: “Cada vez que pienso en tí, me dan ganas de llorar, nunca te podré olvidar, siempre te recordaré, pensar que tú me quisiste…” de Pablucha Venero, que la sabíamos de memoria, gracias a las serenatas de los galanes miguelgrauinos. La Plaza de Armas y calles aledañas lucían solitarias, mientras la claridad del amanecer llegaba, con ella se esfumaba esta inolvidable realidad.

El viaje continuaba en tenso silencio, la noche no brillaba, imposible dormir, sólo quedaba soñar y soñar. ¿Dónde estaban los recreos bulliciosos, los paseos felices?, ¿Si algún día, todas volveríamos a estar juntas?, como en ese inolvidable viaje de promo o como en las fiestas en casa de Kattia, de Anita o de Mary con la mancha de amigas y chicos del Miguel Grau. Volver a los paseos en el WV rojo de mi primo Henry, pero esta vez con brevete; cómo olvidar nuestras salidas en el triciclo de papá Cochoy , con licencia para matar que terminó estrellada en una vereda; o en el auto del papá de Coco, que por inocencia de Cynthia, en lugar de pisar el freno, pisó el acelerador terminando trillando una chacra de maíz, milagrosamente a centímetros del precipicio se detuvo el carro, gracias a Dios de lo que nos salvamos; o volver a esas amanecidas, y qué amanecidas para la quinta nota; de nuestras gloriosas carreras hasta el grifo de Campos para adelgazar y terminábamos comiendo pan chancay con plátanos; de esas noches deportivas en “la Bombonera” o la Escuela Normal, motivadas más por los encuentros con los primerizos y cándidos amores.

El inclemente frío de la puna se colaba, por suerte llevaba la frazada de alpaca herencia de mis abuelos. Pronto estas remembranzas quedarían cobijadas entre el Ampay y Quisapata de mi vientre terrenal: “la etapa más bella de mi vida”. Me aferraré a la promesa de volver a mi suelo para recargar energías y felicidad. El rocío del alba hacía su agosto en mis mejillas. Finalmente, el atardecer empezó a dominar la arena, las dunas y el extenso mar. A los lejos ya se escuchaba el ruido de buses, calles llenas de gentes y ambulantes, sí, habíamos llegado a la gran Capital, los bocinazos me volvieron a la realidad, pensar que hace dos días nomás compartía tallarines, chicharrones y cambray para matizar, ahora, dar inicio sin respiro a otra etapa de mi vida, en ese momento incierto.

Unas partimos a Lima, Cusco, Arequipa, pocas al extranjero y muchas se quedaron. Eran tiempos del telegrama.

Han transcurrido nada más que 35 años, cada una de nosotras ha forjado su destino a pulso, con aciertos y desaciertos, con tristezas y alegrías, orgullosas de nuestro origen. Volvimos a reencontrarnos altivas este año en nuestras “Bodas de Coral” de la Promo 84 “Agatha Lawer”, de nuestro queridísimo Colegio Nacional “Santa Rosa” de Abancay, amistad que se forjó en las aulas y patios de recreo, labradas con el espíritu y ejemplo de las madres Dominicas y de nuestras maestras. La nostalgia también nos embargaba por las compañeras que partieron al cielo.

Hoy celebro la maravilla de haberlas conocido y compartido etapas indescriptibles que rebozan mi corazón de felicidad, a mis grandes e inolvidables amigas, intuitivas, sinceras, insolentes, de corazón gigante, sin ellas y ustedes miguelgrauinos de la Promo 84, eternos novios, este mundo no tendría mucho sentido, la amistad y amor labrados son caminos de ida y vuelta, no hay nada más importante en la vida que los afectos y recuerdos, la sencillez y jovialidad típica de nosotros los pikis.

Mis ojos vuelven a ahogarse otra vez en agüita del Mariño. Los extraño mucho.

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2 com.

Mario Gamarra 31/08/2023 - 2:43 am

Muy lindo Carmencita!. En tu relato, nos haces recordar lo que también pasamos nosotros. Te mando un beso.

Respuesta
Carmen Mariela 🥰 01/09/2023 - 7:40 pm

Gracias Marito. Un gran abrazo a la distancia.

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