No puedo sustraerme a la exhortación de Óscar Loayza Azurin a propósito de retro-traer costumbres ciudadanas de Abancay para cuando llegara JULIUS, mes peruano, emperador supremo de Ayllus y Andes; costeras arenas, amazonias sin prisa, cargado de algarabía patriótica y responsabilidad colectiva: presentar el pueblo remozado, limpio, brillante, embanderado de bicolor rojo/grana de sus héroes, níveo/blanco de sus andes. Lindo mi pueblo !
Y, entonces, ceñida de añoranza y memoria con fotografía de gratitud, empiezo a deletrear un recuerdo de niñez y adolescencia, de juventud madura y de adultez preñada de esperanza para ver, con lente ausente y lejanía que duele, alguna posibilidad de reencuentro con aquel aire limpio, bello, espontáneo, natural, responsable de mil voluntades comunes de pueblo y autoridad, que, en hilo de amor y fe, patriotismo y disciplina ciudadana, transitaba un solo pensamiento de amabilidad, devoción al Perú en su fiesta de cumpleaños: ponerse traje festivo para entonar a modo Estentor:
” SOMOS LIBRES”
Todavía nuestras empinadas calles, ahora carcomidas de asfalto y hollín que piden a gritos cemento en remiendo, carro basurero, se regocijaba con trajinar de zapatos, botines y ojotas, por calzadas bien lustradas para el desfile 28.
Nuestras casas, casi todas, de adobes en luz de blancas paredes y techos teja bermejo, se vestían de gala de comienzo a fin, bañadas – las más pobres – en cal y yeso, ladrillo reciclado pulverizado en batán; faena de hogares completos en colectiva tarea de albañiles de brocha gorda, con denominación común :
LAQASQA (Verbo quechua Laqar: embadurnar)
Probablemente – no recuerdo – que hubieran comercios de pintura enlozada de marcas Pato o Gallareta, Vencedor o Vencido; tampoco suficiente dinero para adquirirlas encargando a Lima o Cusco.
Se trataba de preparar en casa un enlucido orgánico doméstico inmemorial, con apenas dos soles de cal o yeso, agua de pilón de esquina, gel /aloe barato de Gigantón o San Pedro ( Variedad de Cactus familia Echinopsis Pachanoi) que, sin costo alguno, te regalaban las riberas del Olivo, Chinchichaca o Pachachaca.
Limpiadas las espinas púas de las siete costillas del cactus, trituraban la planta para extraer la espumosa baba
la que, mezclada con agua y cal o yeso a modo de una emulsión pintura, servía para ” laqar ” paredes externas de las casas de adobe con gran brocha gorda fabricada de lana de oveja amarrada a un duro palo corto. A su vez, el zócalo de pared marcado en cordel, recibía la misma mano de pintura en color rosa/palo o pálido naranja – tinte de ladrillo molido –
Final: Esplendor de sol abanquino!
No les digo ya, la emoción cuando el
embanderamiento general; por purito sentimiento de amor a la patria, emblemas en rojo y blanco, grandes, pequeñas, de seda, paño o percal, con asta o pica de caña brava o carrizo, madera pulida- según economía- proclamaban cumpleaños del Perú: Patria, país, estado, nación, Madre desde Tamburco a Patibamba y desde Aymas Villa Gloria hasta el Olivo y más allá.
Ha comenzado Julio patrio y, tengo pena en el alma; ya no hay LAQASQA ni embanderamiento; compramos pintura de marcas finas, emblemas que venden a un sol o mil, telas finas y baratas, pero nadie hace caso; nos sentamos sobre ordenanzas que al final ni se cumplen ni sancionan, o, ponemos a fuerza una Peruanisima Bicolor sucia y empolvada de tiempo y olvido, muchas veces hecha flecos.
Cantamos Somos Libres sin presentir su profundo simbolismo, incluso a sabiendas de, perder goles que alardeamos pretensiosos de fútbol macho.
A pesar de todo:
“Tengo el orgullo de ser peruana (…) de haber nacido en esta hermosa tierra del sol (…)
intinpa
Arequipa 3 julio 24