FIESTA MIGUELGRAUINA

por Carlos Antonio Casas
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Reinicio

Un Encuentro que Trasciende el Tiempo

La emoción ya se siente en el aire; ha comenzado la gran fiesta miguelgraulina.

Como dice la canción, que una encantadora profesora nos enseñó de niños, «Cual bandada de palomas que regresan al vergel, ya volvemos a la escuela anhelantes del saber…», año tras año, cientos de exalumnos, quizás miles, regresan al eterno valle primaveral de Abancay, donde los recuerdos florecen con la misma intensidad que los abrazos que se dan por doquier.

Los brindis resuenan con el alegre «chin-chín» de los vasos, celebrando la unión de amigos que, aunque separados por el tiempo y la distancia, siempre han tenido sus corazones conectados y vuelven a su punto de origen, a recargarse de abanquinidad y de vida.

Las risas resuenan por doquier, pues el abanquino se caracteriza siempre por su alegría, su picardia y su «ancha correa» para soportar las bromas y «agarradas» de los viejos amigos. El buen humor de los abanquinos es célebre en todo el Perú y no hay celebración sin ese toque de ingenio y astucia que caracteriza a nuestra gente.

El pan común, los taparacos, los maizillos, los caldos de gallina, los tallarines y los chicharrones, y hasta el famoso uchucuta, se agotan rápidamente en todos los lugares donde se expenden. ¡Es que todo, aquí sabe distinto! —diran los comensales, disfrutando cada bocado—. Estos manjares, tan ansiados por los abanquinos que llegan desde diversos lugares del Perú y del mundo, son parte esencial de la celebración. Y es que la fiesta no solo se disfruta con el alma, sino también con el paladar, saboreando cada bocado que nos conecta con nuestra tierra.

Hoy domingo, el campo de Chuspipata fue testigo de un emocionante campeonato deportivo, donde la Promoción 1980, capitaneada por el ilustre galeno Julio César Llerena, se coronó campeona, llenando de orgullo a quienes compartieron el campo de juego y a la hinchada que la alentó desde las tribunas.

Pero la celebración no termina aquí. Mañana, las misas y romerías al cementerio de Condebamba serán el momento de honrar a aquellos compañeros y profesores que se nos adelantaron. Sus memorias estarán presentes en todos los momentos de esta gran fiesta.

Por la tarde, la ciudad se vestirá de fiesta con el gran desfile alegórico Miguelgrauino, el más impresionante pasacalle de la región. Las promociones actuales y los exalumnos han preparado con esmero sus alegorías y sus vehículos llenos de alegría, listos para contagiar el entusiasmo a la multitud que los esperará con emoción por las arterias principales de nuestra gran ciudad.

El martes 8 será el punto culminante: la ceremonia central en nuestro querido colegio y el gran desfile escolar y de exalumnos. Un desfile lleno de emociones, de abrazos sinceros, de reencuentros esperados durante años. Tras el paso gallardo de los grauinos, desfilando con la marcialidad que aprendimos cuando competíamos por los gallardetes y el Sol de Oro, como es tradición, los almuerzos de reencuentro llenarán cada restaurante de la ciudad, donde la alegría de volver a compartir será el plato principal.

Y es que el glorioso Miguel Grau de Abancay, el mejor y el más grande colegio de la región de Apurímac, es «Alma Mater» de muchos grandes hombres que han dado prestigio a la región apurimeña. A lo largo de los años, este noble colegio ha sido cuna de líderes, profesionales y ciudadanos ejemplares que han llevado el nombre de Apurímac con orgullo y dedicación a los más altos escenarios de la vida pública y privada, no solo a nivel nacional sino también internacional.

Que viva la fiesta Miguelgraulina. ¡Gloria y honor a Miguel Grau y a nuestro insigne colegio que lleva su nombre

Esta celebración no solo es un homenaje a nuestro pasado, sino una reafirmación de que, en cada uno de nosotros, late con fuerza el corazón miguelgrauino. Es un latido que nos une, que nos recuerda nuestras raíces y que mantiene viva la esencia de nuestra tierra y de nuestro glorioso colegio.

Para cerrar este momento de encuentro y nostalgia, quiero compartir con ustedes unos sencillos versos de mi inspiración, nacidos del cariño y el orgullo que sentimos por nuestra alma mater y por cada rincón de Abancay. Que estas palabras les traigan a la memoria los momentos vividos y los sueños compartidos.

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